Se vuelve popular, que lo popular no sea intelectual.
Existe un afán de diferenciación colectivo que nos convierte en una masa rebelde con trayecto, pero sin destino. No atiborramos de ideas... inspiración grupal y al mismo tiempo aislada, por más extraño y atroz que parezca.
Somos moda.
Lo que comemos y bebemos, los lugares que frecuentamos, nuestros medios de transporte, las causas que defendemos, nuestras indignaciones y festejos, los personajes a quienes admiramos, lo que usamos (por supuesto). Imitamos comportamientos, decoramos innecesariamente, aplaudimos los errores evidentes; cambiamos dimensiones y colores.
En nuestro esfuerzo por parecer diferente, homologamos. Creamos "un mundo nuevo y parecido" a lo de enfrente, a lo de atrás, a lo de tu derecha e izquierda.
El escritor y poeta Gilbero Prado, dijo en una entrevista radiofónica que la sensibilidad no necesariamente te hace una buena persona, los hábitos eso son; por ejemplo, "Hitler era amante de la ópera, Heydrich fue un gran violinista y algunos cabecillas nazis eran melómanos. Hay quien dice que los gustos y aficiones te hacen, te definen; yo no estaría segura de eso.
Hoy andamos en bici, bebemos en tarros de vidrio, mostramos el ombligo y las piernas, tomamos café y selfies; apoyamos diversas causas sociales, mientras "por dignidad" nos alejamos de los temas políticos, de los cuales renegamos en redes sociales.
La fidelidad hay que dejarla para otras cosas, para las tuyas; para lo que tú crees aunque nadie crea, para lo que tú piensas aunque nadie sepa. La moda también pasa de moda.
Lucía Olivares.
@Olivareslucia
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