sábado, 30 de agosto de 2014

De la moda...







Se vuelve popular, que lo popular no sea intelectual.

Existe un afán de diferenciación colectivo que nos convierte en una masa rebelde con trayecto, pero sin destino. No atiborramos de ideas... inspiración grupal y al mismo tiempo aislada, por más extraño y atroz que parezca.  

Somos moda.

Lo que comemos y bebemos, los lugares que frecuentamos, nuestros medios de transporte, las causas que defendemos, nuestras indignaciones y festejos,  los personajes a quienes admiramos,  lo que usamos (por supuesto). Imitamos comportamientos, decoramos innecesariamente, aplaudimos los errores evidentes; cambiamos dimensiones y colores.
En nuestro esfuerzo por parecer diferente, homologamos. Creamos "un mundo nuevo y parecido" a lo de enfrente, a lo de atrás, a lo de tu derecha e izquierda. 

 El escritor y poeta Gilbero Prado, dijo en una entrevista radiofónica que la sensibilidad no necesariamente te hace una buena persona, los hábitos eso son; por ejemplo, "Hitler era amante de la ópera, Heydrich fue un gran violinista y algunos cabecillas nazis eran melómanos. Hay quien dice que los gustos y aficiones te hacen, te definen; yo no estaría segura de eso.

Hoy andamos en bici, bebemos en tarros de vidrio, mostramos el ombligo y las piernas, tomamos café y selfies; apoyamos diversas causas sociales, mientras "por dignidad" nos alejamos de los temas políticos, de los cuales renegamos en redes sociales.

La fidelidad hay que dejarla para otras cosas, para las tuyas; para lo que tú crees aunque nadie crea, para lo que tú piensas aunque nadie sepa. La moda también pasa de moda.




Lucía Olivares.
@Olivareslucia

jueves, 28 de agosto de 2014

Con o sin corazón




¿No?
La idea es muy claro en esta escueta conversación, y creo que ya entendieron mi punto, sin embargo, trataré de explicarlo mejor.
Es muy complicado entender al ser humano, a veces desisto porque es sería una lucha perdida y eso me genera frustración; pero no entiendo. No entiendo por qué aun cargando con el corazón y la conciencia, nos llenamos la boca de adjetivos negativos para definir a los demás. Sé que podemos pensar mil y un cosas, que sentimos coraje, incluso rencor, que hay quien sencillamente no te agrada, a veces es su voz, sus actitudes, su humor o su simple presencia; pero, ¿por qué exponer nuestro vacío para lastimar a los demás?, ¿Qué nos deja?, ¿Qué nos quita?, ¿Qué sensación nos genera la humillación de otros?
Las hormigas nos pican, nos dejan unas ronchitas rojas; a algunas personas les provocan alergia, comezón, ardor, dolor; otras ni siquiera lo notan; pero las hormigas no se pican entre ellas, las hormigas andan juntas,  se ayudan , viven en comunidades organizadas, hasta tienen reinas… 
...los seres humanos nos lastimamos entre nosotros.

¡Y nos quejamos!… es increíble nuestra manera de quejarnos, de molestarnos con el gobierno, de poner mensajes motivacionales en redes sociales, tomar videos y fotografías apoyando causas que desconocemos, o causas mucho más elevadas que nuestro primitivo problema: nosotros.

Esta mañana vi una fotografía que decía “Promueve lo que te gusta y no lo que te molesta”, y soy en este momento la primera en romper con el mensaje; pero a mí no me gusta que usemos nuestras manos para escribir lo que puede dañar a un amigo, no me gusta que usemos la voz para morder personas, no me gusta que usemos la risa como burla,  no me gusta que el corazón no filtre nuestros actos y que la cabeza no guarde secretos… porque los secretos son sagrados.

Y sí, los problemas que como sociedad tenemos son primitivos… somos nosotros mismos.


Lucía Olivares.

@Olivareslucia

martes, 12 de agosto de 2014

En vida

Nos gusta hacer historias… 
Todos tenemos un poco de imaginación, un poco de malicia, un poco envidia, algunos vacíos y un poco de mierda embarrada por dentro…  justo dónde nadie ve.
Nos gusta ocuparnos del resto cuando nos damos por vencidos con nosotros mismos; volteamos a ver a la solterona empedernida, a la niña de diecinueve años que espera un hijo, al compañero que no ha salido del clóset, al trabajador compulsivo, al intenso que pasa horas en el gimnasio, a la niña que satura tus redes sociales con fotografías banales, a tu amiga que luce más débil que un palillo de dientes y a la otra más maciza que un roble. Nos sorprendemos también de quien compra una camioneta de un día para otro, pero luego nos burlamos de quien maneja una carcacha; motivamos a quien está constantemente deprimido y nos en jaqueca el vecino que lleva la risa colgada en la cabeza.  Nos sorprende que la gente se case antes de los 25, pero también que lo hagan después de ese rango de edad. Nos asombra que nuestros amigos tomen mucho y nos asombra aún más que no lo hagan. Enfurecemos si servidores públicos roban del erario, si tiene fiestas son sexoservidoras, si tienen un departamento en Miami, pero quisiéramos un amigo como ellos.
En este mundo radical, o eres holgazán o eres un idiota (porque así se les dice a quienes trabajan mucho), perdón, olvidaba la tercera opción “el cerdo capitalista”. La sociedad, cada vez más exigente, no reconoce ni al ama de casa, ni a la mujer trabajadora; a una la tacha de cómoda y a otra de desobligada.  En este lugar tan competitivo ya no se sabe qué es mejor, ser la gordita feliz pero criticada o ser la flaquita linda… pero señalada. En este negocio de la vida, o eres ladrón, o eres chalán, o eres arribista. Ya no creemos en las buenas intenciones, ya no creemos en las buenas… en los buenos… en nada.
Tal vez aún no nos hemos dado cuenta de que vivir para el otro, aunque sea de manera inconsciente, nos arrebata la conciencia de nosotros mismos. En este momento donde todo es información de todos y donde podemos expresar y manifestar nuestras opiniones sobre cualquier situación y sobre cualquier persona, nos sitúa en un papel tan absurdo, y lo peor de todo es que nos creemos muy humanos al tuitear una condolencia sobre una persona que disfrutamos por televisión… un actor, como todos nosotros, unos farsantes disfrazados de vidas perfectas y armoniosas.  Por supuesto que formo parte de ese grupo de consumidores de información digital y me deja inquieta y terriblemente sorprendida que la gente forme una “O” con sus labios cuestionándose cómo una persona que hizo reír “al mundo entero” se haya quitado la vida por depresión…  ¿no nos hemos dado cuenta de que somos material  para eso día con día?.

El mundo te dice que te ama cuando mueres, pero, ¿Quién lo hace mientras vives?

El mundo te dice que te ama cuando mueres porque nunca te ha amado y porque obviamente no te amará. Aplaudimos cuando la obra no se presenta desde hace diez años, compramos los discos de éxitos como homenaje al cantante que falleció el año pasado, leemos frases de los escritores en boga sólo mientras están en coma; ¿sensibilizarse también está de moda?
Dicen, que a los amigos se les conoce “en las malas”, yo seguiré insistiendo que esto no es verdad. A los amigos se les conoce cuando tú estás volando y ellos no pinchan el globo para que caigas; amigo es quien aplaude durante la función. Se es amigo cuando puedes voltear hacia arriba sin resentimientos… se es amigo en vida, no cuando estás desfalleciendo.
El mundo te dice que te ama cuando mueres… queramos en vida.

Lucía Olivares.
@Olivareslucia