jueves, 21 de marzo de 2013

La protagonista


       Vivía en una casa pequeña, en una ciudad muy grande. Su padre músico y su madre cocinera. Ella tenía siete años y muy pocas cualidades; su papá la acercaba al piano de noche, tocaba la guitarra frente a la niña, tarareaba canciones para que ella lo siguiera, pero no lograba sacar esa voz tan escondida; no era soprano, no era bailarina, a veces no podía si quiera hablar. El olor a galletas de nuez la enloquecía, la imagen de su madre preparando un pastel la deleitaba. Era una niña pasiva, admiradora, no la protagonista que sus padres deseaban, por su voz y sus problemas dentales.

Un día, aprovechó el concierto de su padre y el encierro de su cocinera favorita para salir a caminar por aquella ciudad tan grande, con sus pies pequeños y sus orejas alertas; la gente parecía ir demasiado rápido y cada paso la dejaba más y más atrás. Decidió correr, rápido, muy, muy rápido hasta llegar a un jardín pequeño dentro de una ciudad muy grande y respirar, sus botitas estaban un poco sucias y comenzó a sacudirse cuando sintió que alguien se aproximaba; un perro grande para una niña tan pequeña, su pelo dorado y brillante, su mirada amenazadora; la niña decidió seguir corriendo, rápido, muy, muy rápido hasta encontrar refugio, ¿Dónde? Siendo ella tan pequeña perdida en una ciudad tan grande. No pudo más y se escondió detrás de la llanta de un coche color plata, su inocencia la hacía sentirse protegida en ese lugar; si alejamos la toma podemos ver la fila de carros que recogen a los niños del colegio y da vuelta a un lugar desconocido. De ese coche color plata desciende un hombre calvo con camisa a cuadros, toma a la niña por la cola y ésta le sonríe; el señor observa como huye el perro de pelo dorado y brillante y se da cuenta que no puede ser su padre; la perrita era negra, delgada, con una oreja chueca y las patas blancas. El resto de los coches brincaban de emoción, se escuchaban los aplausos de los pequeñps por el rescate de la niña, la perrita (perdón) que se había escondido detrás de una llanta.
Lola, ese sería su nombre a partir de aquel momento. Sus defectos se convirtieron en características fantásticas, la perrita con voz de pato, la que se peina de lado, la que con suéter rojo parece ratón de Disney, la que le gusta ver por la pequeña ventana una ciudad muy grande, la que canta cuando pasea el carrito de pan, la que corre por la calle, rápido, muy, muy rápido, la que baila como títere, la que visitan sus amigos, aunque desconfíe de ellos. Lola, la protagonista de una historia al que su autor teme.


Lucía Olivares
@Olivareslucia

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