Podemos aferrarnos a olvidar aquello que anidó en nuestra cabeza y hospedamos sin permiso en el corazón, pudiera dedicarle días enteros, incluso inventar ejercicios, seguir estrategias y cambiar su nombre por otro para no traerlo siempre en los labios.
En la vida y en el tiempo podemos conocer, recordar y
olvidar muchas cosas; definitivamente lo más hermoso es conocer, la melancolía
podría cubrir los recuerdos y el olvido lo trae la libertad… ¡Lástima de
ataduras!
Pero como dice Carlos Ruiz Zafón, un escritor nunca olvida
la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia, y
es que hay cosas que deseamos tanto, por las que luchamos tanto o que
simplemente amamos de una manera inexplicable que se imprimen en tu mente
convirtiéndose en una imagen indestructible. Podría dedicarle años, vida a su
olvido, a su olvido o a cualquier otro,
o podría decirle adiós y conservarlo en mí… conservarlo mientras me
conserve, mientras respire.
Quizás no importe lo que alguna vez haya hecho por mí, lo
que haya dicho o peor aún… lo que haya escuchado; eso, eso puedo borrarlo si
quisiera, pero hay marcas permanentes, aquello que inspira, aquello que te
permite soñar, aquello que con tan sólo estar puede transformarte. Aquello o aquel que te hace sentir de una manera
distinta con seguridad te abrigará durante un par de meses, un par de años;
pero quien une en mí la cabeza, el corazón y las palabras, tiene la certeza de
una habitación con cerradura en este hostal.
Quien ha inspirado esa conexión… no se olvida.
Lucía Olivares.
@Olivareslucia
No hay comentarios:
Publicar un comentario