miércoles, 11 de julio de 2018

y esas alas son para volar


Había una vez, una pareja de gaviotas que vivían en una pequeña y hermosa casita donde reinaba la paz. Las gaviotas jugaba y se divertían mucho, pensaban que no podían ser más felices, hasta que un día, un ave grande, bellísima y llena de colores tocó a su puerta; ambos quedaron estupefactos, y su sorpresa fue mayor cuando el ave abrió sus alas mostrando una canasta con tres pequeños huevos: "Sé que cuidarán muy bien de ellos" dijo, y de inmediato se fue volando entre las nubes.

Fue entonces cuando la pareja de gaviotas descubrió que podían ser aún más felices; cuidar a esos tres huevos los llenaba de alegría, todo el tiempo estaban al pendiente de ellos, los admiraban, los besaban, los cargaban para que nada pudiera ocurrirles. Pero, una mañana, mamá gaviota fue a la habitación donde descansaban los huevos, y cuál fue su sorpresa al descubrir que uno de ellos se había roto. Mamá gaviota corrió a avisarle a papá gaviota; juntos tomaron entre sus alas al huevito azul, el más lindo y brillante de los tres, mientras caía en mil pedazos sin explicación.

Fueron días muy difíciles para ellos, papás gaviotas tenían miedo de perder a otro de sus adorados huevos, así que se dedicaron día y noche a cuidar de ello. 

Con el paso del tiempo el cascarón comenzó a quebrarse, transformándose en dos bonitas gaviotas, cada una con características distintas, pero las dos con grandes alas. Mamá gaviota se sentía orgullosa al ver sus lindas plumas por la mañana, las imaginaba volando, pero temía que algo pudiera ocurrirles en el exterior, así que permanecían en casa todos unidos, en familia, experimentando una felicidad que parecía absoluta.

Las gaviotitas pasaban la tarde observando por la ventana a las aves que jugaban en el cielo; se emocionaban al ver el aterrizaje de papá gaviota y le pedían que les dibujara el cielo. Con el paso de los años, mamá gaviota se veía más triste, no quería perder a sus gaviotitas en los peligros del viento, como había pasado con su huevito azul, ella le prometió al ave de colores que cuidaría muy bien de todos ellos. 

Hasta que un día, papá gaviota dejó sin querer la puerta abierta, y la gaviotita más pequeña salió sin pensarlo dos veces. La gaviota mayor se asustó tanto que tuvo que salir para proteger a su hermana. Mamá gaviota al no encontrar a sus hijas emprendió el vuelo con toda su fuerza; a pesar de tener mucho tiempo sin usar sus alas, las siguió hasta lo más alto donde se formaba el aircoiris, ahí se encontraron por primera vez con papá, y con una sonrisa en el rostro, mamá gaviota entendió que sus hijas estaban listas para usar sus alas, y que ella también necesitaba volver a volar.




Lucía Olivares
@Olivareslucia

Para clase: Teoría y práctica de la relación facilitadora

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