La emancipación de la mujer comenzó a finales del siglo
XVIII, buscando la libertad e igualdad, que en muchas regiones del mundo aún no
se logra. Desafortunadamente los movimientos feministas se han centrado en la
inclusión y empoderamiento de la mujer en el aspecto profesional, privilegiando
la paridad en el Senado, igualdad de oportunidades laborales y educativas, así
como la ruptura de estereotipos sociales que mantienen a la mujer en el hogar;
claro, obviando que los patrones de belleza deben permanecer e incluso se van
haciendo más rigurosos con el paso del tiempo.
El tema profesional no es menor, sino que nos hemos
olvidado de los principios básicos de la libertad que se refiere a la facultad
que tenemos los seres humanos para decidir; decidir, por ejemplo, en nuestro
cuerpo y quien deseamos que se acerque a él. Tal vez estamos tan centrados llenando
espacios que hemos olvidado luchar por defender a la mujer, no como madre, no
como esposa, no como profesionista, sino como mujer.
En los últimos días la nota nacional ha estado repleta de
violaciones, abuso sexual e impunidad frente a los hechos, los Porkys y los
Mirreyes de Veracruz son los casos más sonados de muchos que se han olvidado o
que simplemente nunca salieron a la luz. El diario La Jornada publicó este mes
que al año se denuncian 30 mil delitos sexuales, cometidos principalmente a
mujeres, tomando en cuenta que la violación es uno de los delitos menos
denunciados en nuestro país. Hace dos años el portal de CNN citó a Pablo Navarrete, coordinador de asuntos jurídicos del Instituto Nacional de las Mujeres, quien mencionó que en México por cada delito sexual denunciado hay ocho que no se reportan.
Un aspecto preocupante del abuso sexual que las mujeres
padecen en la calle, oficina o en el transporte público es que se critica con más rudeza a la víctima que al victimario; nadie nota el error y la falta que
comete un hombre que se acerca demasiado al cuerpo de otra persona, que golpea
los glúteos de una mujer, que grita palabras obscenas o que condiciona el
salario o el mismo puesto a cambio de un favor… no, ahí nadie nota el desliz,
por el contrario, sí somos capaces de diseñar historias que señalen la
reputación de la mujer y que por lo tanto justifiquen el actuar del hombre; ocurre incluso en infidelidades "también ella tuvo la culpa, se dejó mucho, ya no se arreglaba" se puede escuchar entre mujeres cuando una de ellas ha sido traicionada; "¿Por qué lo permitió? bien que le gustaba", "Hubiera dicho algo", "Es que, ¿por qué se viste así?"...
De acuerdo con cifras presentadas por ADIVAC (Asociación
para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C.), se estima que en México
cada nueve minutos se violenta sexualmente a una persona.
Quizás nos perdimos en el orden jerárquico, porque de nada nos
sirve ganar lo mismo que el hombre y ocupar la misma cantidad de lugares en una
oficina, si seguimos recibiendo el mismo trato que un objeto.
Lucía Olivares
@Olivareslucia
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