sábado, 12 de diciembre de 2015

La sufrida de Frida

“Yo sufrí dos graves accidentes en mi vida: uno en el autobús que me tumbó al suelo… El otro accidente es Diego Rivera” Frida Kahlo




La primera artista mexicana en exponer en Paris; conocida por una vida trágica, llena de dolor y agonía, rodeada de importantes figuras de talla internacional, enamorada de su maestro, Diego, a quien le perdonó todo y de quien en silencio muchas veces se vengó.


Lucía Olivares.


La Casa Azul de Frida Kahlo, en Coyoacán, es uno de los museos más concurridos del país, recibe alrededor de 200 mil personas al año; un dato revelador es que ocho de cada 10 visitantes son extranjeros, lo que demuestra que es la artista latinoamericana más reconocida a nivel mundial. Más allá de los majestuosos y amplios jardines, de la arquitectura y el apego a sus raíces que se ponía de manifiesto en todas sus pertenencias, la propiedad encierra misterio, el misterio de una pareja de creadores que ganaron popularidad y reconocimiento en vida, contrario a lo que ocurre con la mayoría de los pintores en el mundo.


Su infancia interrumpida
“Hay algunos que nacen con estrella y otros estrellados, y aunque tú no lo quieras creer, yo soy de las estrelladísimas…”
La infancia de Frida estuvo marcada por una sucesiva serie de enfermedades, a consecuencia de la poliomielitis que contrajo a los seis años de edad; esto la obligaba a permanecer en cama por largos periodos de tiempo, dejándole como secuela una pierna más delgada que la otra, además de una soledad inducida, le era complicado acercarse a otros niños, algo que en muchas ocasiones plasmó en sus lienzos.
En 1922 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria de la ciudad de México, dónde conoció a quienes serían los futuros intelectuales y reconocidos artistas nacionales. Sin embargo, el verdadero parteaguas de su vida habría sido a los diecinueve años cuando vivió uno de los más grandes accidentes que la marcarían por completo; el autobús  en el que viajaba colisionó con un tranvía, dejando a la pintora con graves fracturas de columna, clavícula, pelvis y costillas, su pierna derecha se fracturó en once partes y un pasamanos le atravesó desde la cadera hasta salir por la vagina, ella decía que esa fue la fría y atroz manera de perder la virginidad; Frida se sometió a 32 operaciones quirúrgicas que la obligaron a permanecer en cama y fue precisamente ahí, en su cama, para abatir el aburrimiento, que comenzó a pintar. Pintaba autorretratos, se plasmaba a ella y sus ininterrumpidos obstáculos para ser feliz.


El amor de Diego: El elefante y la paloma
Decir en todo es imbécil y magnifico. DIEGO en mis orines- Diego en mi boca- en mi corazón, en mi locura, en mi sueño…

Cuatro años después del accidente y con la intención de mostrar sus primeros trabajos, Kahlo buscó al muralista Diego Rivera en el edificio de la Secretaría de Educación Pública donde trabajaba realizando una serie de obras en los muros del lugar; Diego ya poseía fama y reconocimiento, no solamente como artista, sino como conquistador de mujeres, el típico Don Juan del mundillo cultural de México, y a pesar de las habladurías y de la diferencia de edad, Frida y Diego decidieron contraer matrimonio el 21 de agosto de 1929.
Su relación fue tormentosa, llena de infidelidades y desengaños, aunque también plagada de oportunidades y popularidad. Rivera era de esos hombres que se pueden adjetivar como “terroríficamente atractivo”, un hombre con cara de sapo y cuerpo de elefante, pero con el talento e ingenio que hacía perder la razón a cualquiera, principalmente a las mujeres de sociedad o a las más intelectuales del país. Frida lo sabía todo y lo plasmaba todo, así como su primer aborto que la dejó desconsolada y con ese sentimiento de soledad recurrente que la perseguía desde niña. Frida tomaba de cada experiencia o de cada desdicha, un motivo inspiracional para su obra, como lo fue “Henry Ford Hospital” y “Frida y el aborto”, donde dejó de manifiesto lo que por su cuerpo y su mente ocurría.
A pesar de las infidelidades y de la “mala vida” que Diego aseguró haberle dado a Frida, él siempre habló de ella como su gran y único amor; se convirtieron en un dúo misterioso y admirable, críticos y directores de trabajo del otro. Rivera solía describir a Frida como “ácida y tierna, dura como el acero y delicada como el ala de una mariposa. Adorable como una bella y profunda sonrisa y cruel como la amargura de la vida”, vida que él le había ayudado a vivir.





Su sexualidad
“Donde no puedas amar, no te demores”

Buscaba el amor en todas partes, para debilitar un poco de su sufrimiento, por eso no le negaba el afecto a nadie, era bisexual y al descubrir que entre las infidelidades de Diego se encontraba su hermana Cristina, la menor y más cercana a la artista, decidió vivir sus encuentros sexuales sin temores y aspavientos. Ambos se sabía infieles, ambos se celaban, pero también se perdonaban y respetaban su libertad.
Entre la lista de amantes de Frida se ubicaba Leon Trotsky, Chavela Vargas y Jaqueline Lamba, quienes fueron inquilinos de Frida y Diego en su casa de Coyoacán. A la lista se agrega el pintor alemán Heinz Berggruen, el fotógrafo estadounidense Nickolas Muray, el escultor Isamu Noguchi y José Bartolí.
Ahora, a Frida se le conoce como figura máxime del feminismo en México, por superar la tendencia machista de su tiempo y por su fortaleza ante el dolor; aunque hay quienes critican su postura permisible que llevó la libertad a libertinaje, usando el matrimonio como un puente profesional y no como un lazo de amor basado en el respeto. Frida fue una mujer impositiva, con una personalidad tan fuerte que llegaba a ser imitada en el resto del mundo; una mujer con una fortaleza externa impresionante, sin embargo en su obra muestra la debilidad interna que no la dejaba dormir.


El mundo y el apogeo
Yo aquí en Gringolandia me paso la vida soñando con volver a México.

Uno de los mayores logros y emblemas de la pintora mexicana fue exponer sus pinturas en el Museo de Louvre, en Paris, por una invitación del artista André Breton, mismo que la llevó a exponer a Nueva York. Frida era una figura imponente por su marcada identidad mexicana en todo lo que llevaba puesto y en todo lo que representaba. Actualmente, el rostro de Kahlo se ha convertido en un emblema, tal como la lengua de Kiss en las playeras negras,  o la bandera de Estados Unidos en los trajes de baño; la imagen folclórica de Frida se ha vuelto tan comercial que ya no se ve únicamente en los museos y galerías, sino en los escaparates de importantes marcas europeas, en boutiques y tiendas de ropa en línea, como símbolo de rebeldía y al mismo tiempo de distinción, esta tendencia representa en los diseñadores una manifestación del empoderamiento de la mujer. Ahora el rostro de Frida funciona, en muchas áreas, como un producto más de la mercadotecnia.
Lo cierto es que, en vida, Frida Kahlo no siguió ninguna tendencia, fue viviendo así como le fuera posible, con sus accidentes, sus estrellas, sus amores, con sus obras y con Diego.








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