miércoles, 15 de julio de 2015

Te quiero con la misma intensidad de mis disgustos

Te quiero con el mismo poder de mi mirada impregnándose en la tuya, tratando inútilmente de que leas mi mente y no mis ojos, no mi ceño, no mis labios apretándose uno con el otro.

Te quiero con la misma fuerza con que impulso mis palabras, no cuando despierto, ni cuando estoy a punto de dormir; te quiero con la fuerza de mis palabras cuando me sorprendo, cuando la rabia me ahoga, cuando la desesperación se apodera de mi cuerpo y ya no hay espacio para correr.

Te quiero con la misma intensidad de mis tristezas, cuando siento que el corazón se sale y no lo puedo detener. Te quiero en cada insomnio, en cada tiempo muerto y en esas pausas vivas.

Te quiero con la espontaneidad que me mete en problemas, que asusta, que envenena. Te quiero con la furia con que leo una noticia, con la impotencia de hacer sin resolver;  te quiero en los pensamientos fríos y templados; en las noches cortas, en los días difíciles; en la obscuridad de la incertidumbre y en la luz de los hallazgos.

Te quiero con la misma intensidad de mis disgustos; con la misma seguridad con que me paro de mesa cuando algo me molesta, con esas ganas de abofetear a quien insulta, a quien denigra, a quien sobaja. 
Y te extraño, te extraño cuando miro a la puerta y no estás, cuando busco entre las cortinas y no apareces, cuando digo tu nombre y no respondes, cuando no sé si estás o no estás.




Lucía Olivares.

@Olivareslucia

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