Este viernes, en el noticiero que
conduzco junto a Israel Castillo “El Exacto” hicimos una pregunta acerca de la
igualdad entre hombres y mujeres. Casualmente todas las respuestas venían de
hombres; el primero respondió que sí, el segundo criticó a aquellas que no se
dan a respetar o que se llenan la boca con groserías, y la tercera nos relató
una historia… él tiene 3 hijos, dos con su primer esposa y uno con su pareja
actual, dice que el 30% de su sueldo (lo que marca la ley) se lo tiene que dar
a la mamá de sus dos hijos y que gracias a ello no puede darle la vida que quisiera
a su esposa y su hijo actual.
A la persona que respondió que
sí, ahora desde una postura distinta a quien dice Soy Lucía Olivares y nos escuchamos… mañana le pido que reflexione
si la igualdad de género existe. Eduardo Galeano ya lo exponía en su texto “Si
él hubiera nacido mujer”, aquellas que nacieron en siglos anteriores no concebían que el sexo pudiera producir
algo más que hijos, cuando para los varones representa únicamente placer. Que
una mujer por más brillante y talentosa que sea siempre será opacada por su
género, porque sus compromisos maritales y maternales le restarán en algún
momento, o bien, tendrá que elegir entre
su profesión y su vida, arrancándose con esto un poco de vida… o mucha. Y los
hombres no. Los hombres tan sólo elegirán una mujer “maravillosa”, dulce,
responsable, maternal, “consciente” de los compromisos laborales de su marido y
de esas juntas de trabajo que pueden terminar en desmán, “pero es ahí donde
está el dinero”, “un sacrifico extenuante por la educación de nuestros hijos”. Y
ellos sí, ellos sí pueden gozar con plenitud su profesión, su trabajo, con la
seguridad de que en casa todo está bien; sin que les asusten las llamadas
inesperadas de la guardería o la lluvia que golpea la ventana de la oficina
cuando no le mandaste chamarra a tu hijo… de eso se encarga mamá.
Yo escuché la voz entrecortada de
una mamá mientras la entrevistaba Marcela Pámanes sobre la decisión de dejar de
trabajar para dedicarse a su familia. Yo he visto a los personajes femeninos
más destacados de mi profesión renunciar a su vida como “mujer” por lograr sus
objetivos, y luego nos encargamos de echárselos en cara, como si ellas no se lo reclamaran también al llegar a una casa vacía.
Una de las invitadas en la mesa
de análisis de Contextos dijo, y dijo bien, que las profesiones más comunes en
las mujeres (que además son las peor pagadas) son psicología, educación,
enfermería, es decir, lo que ya hacíamos en casa; sin embargo, el empresario
sigue prefiriendo contratar a una mujer “porque hay temas que sólo ellas pueden
comprender”.
¿Hay igualdad de género cuando le
das más importancia a los asuntos de tu pareja? Cuando crees que su círculo es
mejor que el tuyo, cuando sus citas de negocios se deben respetar aunque las
tuyas no, porque más allá de todo lo liberal y feminista que puedas ser, sigues
creyendo que el hombre te va a dar poder económico, o peor aún, no crees que tú seas capaz de darte la vida
que mereces.
A la segunda persona le respondería,
¿Qué significa para ti la igualdad? ¿Y por qué nos asusta tanto escuchar a una
mujer pronunciar palabras altisonantes que los hombres han dicho hasta el
cansancio?
Y al tercero: Uno vive y la vida
va dejando huellas, y el pasado, para bien o para mal, no se borra. Si dos
personas se casan ilusionados, enamorados, convencidos y forman una familia que
luego tiene que desarmarse por cuestiones ajenas a los hijos, ¿qué hace al
hombre diferente como para querer borrar ese pasaje de su vida? ¿por qué él podría olvidar la atención
económica y afectiva a quienes por vida le pertenecen? ¿Por qué él sí y la
mujer no?
A veces, cuando entramos a una
oficina y vemos tantas mujeres, nos
vemos tantas mujeres, queremos sonreír y decir ¡Hay igualdad de género! Yo
tengo un micrófono, otras conducen camiones, aviones, operan, hacen leyes,
cocinan, venden, enseñan… pero detrás de todas esas mujeres, existe una historia de mujer, y se
escuchan las llamadas de la guardería, y se escuchan las visitas al ginecólogo,
y los regaños en la escuela, y los problemas de fertilidad, las prisas por la
comida, los sueños truncos o la abnegación.
Creo que ser mujer es un doble
esfuerzo para todo, desde que pones el despertados 15 minutos antes para
alcanzar a secarte el pelo y levantarte las pestañas; luego tienes que hacer lo
mismo con los hijos; pero es un doble esfuerzo que vale la pena y que debemos
notar y que debemos admirarnos unas a
otras, sin importar su historia, porque ser mujer implicar tomar las decisiones
más difíciles de la vida.
Yo las festejo y las admiro a
partir de quienes tengo y he tenido cerca: Mi
abuela, mi mamá y mis compañeras de
trabajo.
Lucía Olivares
@Olivareslucia
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