domingo, 22 de febrero de 2015

Que te quede la dignidad cuando ya no te quede nada.


Voy a defender siempre lo que soy, aunque lo único que me quede sea lo que soy.

Despertar a las ocho de la mañana en domingo y querer iniciar cuando todos están dormidos. Pedir un vaso de agua con dos hielos, dos hielos nada más… no es una indicación necia, es mi exactitud. No optar por el silencio cuando el silencio es mi mejor opción. Decir no a lo que otro cuerpo pide, porque en mi cabeza mando yo. Cuestionar con la mirada las mentiras que alguien dice aun sabiendo que conozco la verdad. Decir no tomo, no fumo, esperando un gesto desaprobatorio o una mueca de sorpresa como máximo halago escapatorio. Creer en la energía de los objetos guardados. Limpiar con servilletas las grasas que me han dado.  Decir con firmeza “no quiero” aunque se me echen encima. Vivir con congruencia si es que quiero vivir con dignidad.

La dignidad es lo último que se va cuando la Esperanza se queda, lo aprendí de mi abuela y lo aprendí bien; aunque a veces (casi siempre) no entienda al mundo y el absurdo entendimiento social me aterre y me cuestione y lo cuestione… y nos reunamos y peleemos… y lo repudie y me repudie.
Si la base de este mundo fuera el amor, ¿entonces por qué gastamos tanto tiempo y energía en llenar expectativas? Al menos yo no amo a nadie por ser bello, inteligente, carismático, fuerte, elegante, ni sano; por el contrario, amo a quienes conozco todos sus defectos.  ¿Entonces por qué? ¿Por qué nos aferramos en vernos bien, en ganar mucho dinero, en tener el comentario preciso, en una cabeza brillante que nadie remunera, en gozar de músculos prominentes que jamás usarás, en vestir bien o en medir tus carbohidratos? Seguramente lo hacemos para un imbécil que nunca estará de acuerdo con lo que hay en ti.


Despertar a las seis de la mañana en viernes, bañarte, hacer un desayuno rápido y llevar a los niños al colegio. Llegar con ojeras y el pelo revuelto al trabajo. Cambiarte los lentes dos veces por la luz de la computadora. Resolver pendientes. Ir por los niños al colegio. Dejarlos con mamá. Regresar al trabajo preocupada porque uno de ellos tiene fiebre. Ir a la farmacia y que se te regrese la tarjeta. Una llamada de tu jefe te ordena que regreses a la oficina. ¿Y el papá? … no hay.

O decidir no tener hijos por temor a que tu cuerpo se altere, por miedo a las estrías y a la flacidez,  y luego preguntarte ¿Por qué tiene que ser así? ¡Los hombres se ven bien con panza, yo no!
Las exigencias, los parámetros, las medidas las hemos puesto nosotras para nosotras, permitiendo absurdamente en el hombre lo que para la mujer es penado, pena…doy. Pena damos procurando un cuerpo escultural, una depilación perfecta y una sonrisa exhausta por dedicarle tanta vida a lo que se ve y no se vive. 

Salirse un poco de la línea es complicado, llegar sin embonar es incómodo; pero a pesar de todo estoy aquí parada enfrentando dignamente las consecuencias de lo que soy y lo que seré.
A vivir con congruencia porque quien no se es fiel a sí mismo… no es.


Lucía Olivares.

@Olivareslucia

jueves, 5 de febrero de 2015

En México pasan cosas raras

Gerardo, ¿te acuerdas que yo siempre dije que me gustaría vivir en un cuento de hadas?

-         -  Sí, ¿Por qué?

Es que creo que me faltó especificar… te voy a platicar todo lo que te has perdido.

- Desde los últimos seis meses en México han pasado cosas raras… Todo empezó cuando desaparecieron 43 estudiantes de una escuela en Ayotzinapa, Guerrero, nadie supo dónde estaban, ¡nadie!, ni la PGR; simplemente desaparecieron.  Al mismo tiempo que se investigaba el caso, mientras las calles del país estaban llenas de manifestaciones, la prensa reemplazo las portadas de “Ayotzinapa” por las de “La Casa Blanca”.

-          -  Pero, ¿que la Casa Blanca no está en Estados Unidos?

Sí, pero yo hablo de otra Casa Blanca, sólo que esta mansión no es oficial, sino una casa de 87 millones de pesos que resultó estar a nombre de La Gaviota.

-          - A caray, ¡Qué problemón! Cómo que una casa tan cara a nombre de una gaviota.

No, ¡no seas burro! La Gaviota es la esposa de Enrique Peña Nieto, el presidente de México; todos la conocemos así porque ese era el apodo que llevaba en su última novela ¿viste Café con Aroma de Mujer? Bueno, pues la misma historia pero en Televisa. Su profesión de actriz es importante, ya que después del escándalo, la Primera Dama apareció aclarando que efectivamente esa casa era suya y que la había comprado con lo que recibió a lo largo de su carrera artística. Y así llegamos al 2015.

-         -  Oye, ¡espérame! pero ¿qué pasó con los desaparecidos?

Se terminó el 2014 y los 43 continuaban desaparecidos. Luego comenzaron las pre campañas porque el próximo 7 de junio se renuevan 500 diputados federales, los gobiernos de 9 estados y varios cargos locales ¿y qué crees? Cuauhtemoc Blanco, uno de los futbolistas más conocidos y polémicos del país se registró como precandidato del Partido Social Demócrata a la alcaldía de Cuernavaca.

-         -  ¿Apoco Cuauhtemoc? ¿El 10? ¡Yo tenía una playera suya!

No es para presumirse, Gera. El caso es que no sólo fue él, sino también a Carlos Villagrán “Quico”, el del Chavo del 8, lo querían como candidato del Partido Encuentro Social en Querétaro.

-          - Ese para que veas sí me cae muy bien. Pero, no lo puedo creer, estoy impactado.

Tranquilo, Gerardo, todavía no termino porque otro personaje que figuró estos días como político fue el payaso Lagrimita, quien propone que en las oficinas de gobierno trabajen colegas suyos para que todas las personas se vayan con una sonrisa en el rosto. Está buscando la candidatura independiente a la alcaldía de Guadalajara. Fíjate nada más.

-        -   ¡No! ¿De verdad, Lucía?

¡Te lo juro, hombre! No tendría por qué contarte mentiras. Y todavía no acabo.
¿Te acuerdas de lo de la casa de Peña Nieto?
-          
-        - A ver, ¿al final de quién fue de la Gaviota o de Peña Nieto?

Al final de cuentas es lo mismo, pero retomando ese tema y el de declaraciones patrimoniales; este martes 3 de febrero, el presidente de la República nombró a un Secretario de la Función Pública para que lo investigue, se llama Virgilio Andrade.

-          - ¡Ay, pero cómo el presidente va a poner a alguien para lo investigue ni que fuera a decir algo que acuse a quien le está dando ese poder! ¿Y le van a pagar al tal Virgilio?

-          Claro. Va a ganar alrededor de 205 mil pesos al mes, ¿Qué te parece?

-          - Jajaja… Definitivamente en México pasan muchas cosas raras.





Lucía Olivares
@Olivareslucia


domingo, 1 de febrero de 2015

Gritos al aire

¡A Vivir! - Grité en el coche de una amiga días después de ver el monólogo de Odin Dupeyron, tenía 19 años, era la primera vez que viajaba sola - en realidad ha sido la única vez que he viajado sola - y luego de mi grito animado, creyente y vivo, al que la conductora respondió con un indiferente silencio, pensé lo estúpida que puedo verme gritando lo que siento. Ya estaba un poco acostumbrada, lo había hecho también en la universidad recargada del balcón y gritando con todas mis fuerzas ¡Te amo!, probablemente en ese momento también le hablaba a la vida o tenía una necesidad imperiosa de decirlo aunque sea al aire, y el aire sí me lo agradecería.

Hace casi cinco años, en el Teatro Ofelia, me sentí revolcada por mis emociones; seguro atravesaba alguna crisis de juventud, de esas que se tienen cada año los 365 días.
A los diecinueve años uno ya siente que sufre, aun sea porque el viento no respondió con un “Yo también” cuando le declaraste su amor, porque no obtuviste un 10 en el examen, o porque tu amor platónico te dejó plantada, sin embargo sientes que sufres y también se vale entristecerte por tonterías. En el Ofelia escuché que la vida es precisamente eso, sentir, y que nadie va por el mundo sintiendo sólo cosas bonitas, que cuando estés desesperada, triste, molesta, hambrienta, cansada o te sientes terriblemente mal, puedes darte el lujo de gritar ¡Estoy vivo!


Me siento viva aunque haya tenido que reemplazar el café con chocolate por un termo con agua y puñitos de sal, aunque sienta mi libertad coartada por las obligaciones y mis horarios de comida, aunque sienta que corro en lugar de caminar, y no por dar pasos agigantados sino porque vivo en lucha constante con el tiempo y siempre me gana, aunque haya llegado a la temible etapa de sentirme una mujer con compromisos y deba que involucrarme en pláticas de dietas, labores domésticas o tratamientos capilares, ¡Qué flojera, Madame Olivares!. Me siento viva aunque tenga que tomar una pastillita para que no me lata tan fuerte el corazón, pobrecillo siempre ha sido un acelerado. Me siento viva aunque quisiera ver mi trabajo materializado en la enormidad y lo que obtengo son ojos cansados o un tweet al final del día que me hace sentir pavorreal. Me siento viva cuando me equivoco y siento como el calor recorre mi cuerpo señalándome las múltiples exposiciones a la tontería que tenemos.

Me siento viva cuando me pongo loca, para mí la cordura es la manera más sana de morir.  

Ese día, después de sentirme rechazada por mi amiga a mi invitación de vivir, pasamos por un jardín del fraccionamiento donde vive y le pedí que bajáramos a “explorar el bosque” (literalmente así fue). Me sentía en una misión secreta observando y fotografiando todo y trepando los árboles, tocando las plantas. Al final me subí una piedra a gritar ¡A VIVIR! … No me contestó nadie, pero esa vez me valió madre ¡A vivir, pazguatos!




Lucía Olivares.

@Olivareslucia