Al morir, repartimos nuestros
bienes en un testamento; pero, ¿Qué ocurre con el resto? Con lo aprendido a lo
largo de la vida, con la experiencia acumulada, con los ideales, ¿Qué pasa con
lo que no se guarda en la tierra?
Hoy visualicé la muerte; un hombre tirado en el piso con los ojos
abiertos … y me quedé pensando en lo efímero y simple de la vida, en lo fácil
que es perderla y lo difícil que creemos que es ganarla, “ganarse la vida”.
Pensé en ese hombre que al morir dejaba a sus hijos con cuatro
terrenos, dos casas en la ciudad y una en el extranjero, la empresa familiar y
su cuenta en el banco; sin embargo le veía el rostro y sentí que algo quería
decir, o tal vez, me intrigó demasiado conocer lo que se hombre pensaba sobre
los gobernantes de nuestro país, si estaba o no a favor del aborto o la
eutanasia, si le gustaba el teatro, la música; si era aficionado a algún
deporte, si profesaba alguna religión, si fue un buen padre, si tenía el hábito
de despertarse temprano, si hacía ejercicio, qué tanto le había costado
conseguir esos terrenos y construir su casa, si fue una persona honrada, si
tenía pensado emprender un proyecto, si había visto a su familia recientemente, quería saber cómo era, quien era él, en fin… diseñé la vida de ese muerto
imaginario y después dije: ¡qué más da!
Se vive con la única certeza de que morirás;
ninguno de nosotros sabe si seremos exitosos, millonarios, felices, si
tendremos una familia unida, si lograremos nuestros sueños… no lo sabemos,
conocemos sólo el final como el silencio.
Los bienes se reparten cuando ya
no estamos, ese es el consuelo de muchos.
Me aterra pensar en la muerte
como un foco apagado, me aterra pensar que no somos conscientes de la magia que
representamos.
En ese esfuerzo por hacer, por
tener, por construir, hace que las biografías se llenen de datos duros, de
maestrías y diplomados, de puestos de trabajo, de participaciones en proyectos,
de libros publicados, de referencias políticas y sociales, es decir, de aquello
que construimos, de todo aquello que representa un esfuerzo por hacer, por tener,
por construir; sin embargo lo llamamos ser, “ser alguien”.
Vivir para los ojos de los demás es una tarea difícil, poco disfrutable y poco efectiva.
Somos muchos quienes nos
sentiríamos despojados al dejar de ser:
Foto por: Elvira Olivier |
Miembro de una empresa
Esposo (a) de alguien
Hijo (a) de alguien
Trabajador / Estudiante
Rico / Importante / Exitoso
Bonito / Atractivo / Popular
Amigo / novio (a) de alguien
Miembro de un grupo social.
Lo cierto que es tenemos poco
tiempo para ser.
Los bienes se reparten cuando ya no estamos; lo que eres se
vive con la vida.
Lucía Olivares.
@Olivareslucia