viernes, 4 de abril de 2014

¿Quién será?

         Todos los días lo veo pasar, es como si me diera la hora sin ver el reloj y sin voltearme a ver; en realidad ve siempre hacia el frente; su espalda es una tabla, pareciera que un hilo invisible lo jalara de la cabeza, camina seguro, viste formal y lleva un maletín que lo hace ver importante, aunque estoy segura de que no lleva nada relevante en él.

Me intriga, me inquieta que siempre tenga que frenar mi paso acelerado, entorpecido por una bolsa que bien podría llevarme a mí en lugar que yo a ella, las llaves en la mano, el celular en la otra;  y él así como si el tiempo no existiese, camina, camina mirando únicamente hacia adelante, con ese maletín inútil y ese relamido perfecto que a mí me dura dos minutos. No se da cuenta de nada, ni de nadie.
Quisiera un día pararlo y preguntarle cómo se atreve a presumir su serenidad y su paciencia frente a mi todos los días, me gustaría preguntarle su hora de entrada y cómo es que no lleva ritmo al caminar, me gustaría preguntarle por qué demonios se me atraviesa así tan detalladamente arreglado, con los zapatos boleados, el pantalón perfectamente planchado, el pelo cual casco a la medida y su maletín… me gustaría arrebatárselo y confirmar que no lleva nada en él, que es sólo una distracción para esta niña que va con la bolsa abierta, la camisa al revés y el cabello volando; que tiene una hora en la muñeca, otra en el celular y otra en el carro, que al cruzar la calle se arregla en el vidrio de en frente y se ríe… de nervios.

Pero quién será ese fulano que modela todas las mañanas su tranquilidad, su seguridad y su enajenación, ¿hasta dónde camina?, ¿por qué nunca voltea?, ¿quién le plancha sus camisas?, ¿qué se pone en el pelo?, ¿por qué va tan derecho?, ¿por qué siempre frente a mí?

No, no es cierto. Tanta tranquilidad, tanta perfección no es cierto.

 

Lucía Olivares.

@Olivareslucia

 

 

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