miércoles, 30 de octubre de 2013

El amor desata

 
 
        Ni siquiera está, pero cómo está. Ni siquiera lo veo, pero cómo lo veo. Ni siquiera sé si existe el tiempo, pero en este caso cómo ha pasado lento. Ha sido como estirar el brazo para alcanzarlo y no lograrlo, estar en lugares distintos, aunque en el mismo espacio; una reja, tres señoritas, una ventana, todo se interpone. Maldita sea.
 
La geografía, eso parecía ser más sencillo en el colegio, el globo terrestre se recorre tan fácil con los dedos y los míos aún no tocan nada, no sienten nada, no viven nada, nada, nada, nada. Unos minutos, ¡anda, unos minutos! En que mi brazo sea más largo y lo alcance, en que el salón se achique, la distancia se acorte y no se vaya tan rápido, sólo eso. Ahora sin accidentes, sin carambolas, ¡no, no! Eso hace dulce al amor, eso hace, mejor dicho… el amor
 
El amor no ata, el amor desata.
 
Y sin ataduras vuelas, vas y cumples tus sueños. Paseas por el mundo y si quieres regresas, tal vez yo contigo, tal vez yo sin ti. En el amor hay tacto, pero no dedos que fungen como candados, no un pie frente al otro para que no pases, en el amor no hay brazos cortos, estos deben ser largos, en el amor hay miradas, pensamientos; en el amor hay de todo, aunque algunos no tengan nada.
 
 
Ni siquiera está, pero cómo está, porque sé bien que el amor no ata, el amor desata.
 
 
 
 
 
 
   
Lucía Olivares
@Olivareslucia

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