miércoles, 24 de julio de 2013

No resistí

Me dijeron que no debía hacerlo, pero no resistí.
Necesitaba sentir calor en la garganta y esa sensación de aprendizaje, de deshojar los más altos árboles, con frutos o sin ellos. Necesitaba que mi estómago viviera un espiral de alegría, que la crema y la canela anhelaran mis mejillas.
Me dijeron “No, Lucía, no puedes hacerlo”, pero lo hice una noche, sin temor, ni agonía; disfruté cada sorbo que luego extrañaría, porque las charlas no son igual sin agua hervida, cuando resignada terminas pidiendo un postre de vainilla.
Las reglas no fueron tan estrictas, era más el miedo que la niña tenía, el miedo, la gente dice que sirve para alertarnos, ¿y qué hice? el antojo superó el foco rojo, el olor se apoderó de mi cabeza. Hoy no quería platicar con nadie; esta noche deseaba manchar las sábanas y no sabía con qué hacerlo, por eso, sólo  por eso, fui por un café.
 
No es rebeldía, doctor, ¡Qué va! Simplemente la pluma se desliza mejor cuando él está. Le prometo, le prometo que hoy no quería escuchar a nadie, sólo deseaba que por un momento el café y yo fuéramos amigos, de nuevo; entrelazar mi mano con la suya y caminar juntos para no perdernos; quería recordar cuando me despertaba apenas daban las seis de la mañana, cuando me cambiaba por la compu, se acomodaba junto a ella y se escondía apenas alguien pronunciara su nombre. Cuando mis amigos decían, “¿Un cafesito?” y me emocionaba como animal enjaulado al ver a su dueño; cuando mis ojos parecían más despiertos; cuando celaba mi taza pisciana que nadie debe tocar, cuando él era la caricia humeante que me daba mi mamá.
Me dijeron que no, pero hoy,  aunque sea por un momento, fuimos amigos, otra vez.
 
Lucía Olivares.
@Olivareslucia

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