lunes, 29 de julio de 2013

Gracias

Sólo podía ver dos zapatos plateados por debajo de la puerta;  me inquietaba que fueran de distinto modelo, luego noté que uno era más pequeño que el otro, ¿y el señor? ¿Dónde están sus mocasines cafés?
Abrir esa puerta fue encontrarme con una de las escenas más anheladas. La nieta, la hija, el abuelo. ¡Bendita unión!
Le dije: “Buenos días, soy Lucía Olivares” y le ofrecí mi mano, misma que él tomó como palanca para levantarse y pronunciar su nombre.  Su rostro justo frente al mío, el cabello completamente blanco,  su piel con esas pecas que aparecen por la edad. Por un momento imaginé que podría decirme “siéntate, te leeré un cuento”, evidentemente no fue así. Regresé a la realidad de inmediato y ahí seguíamos, en un acto protocolario.
      -          ¿Cómo dijiste que te llamas?         me preguntó.
      -          Lucía.           respondí.
      -          Hasta el nombre tienes bonito.     eso dijo mientras sonreía y en cambio yo las lágrimas trataba de evitar.
      -          Gracias.

Gracias es la única palabra que encontramos en casos como estos. Decimos gracias cuando sentimos pena, cuando estamos nerviosos, cuando no tenemos nada qué decir, cuando nos enojamos, decimos gracias cuando nos consuelan. Gracias, gracias, ¡Muchas gracias!


Regresé a la oficina y ya quería sentir esa paz de nuevo. “¡Es el abuelito ideal!” decíamos todos.
Diez minutos después estaba afuera otra vez. Me decía que estaba muy nervioso por la presentación de su libro “La niña que perdió su sonrisa”, también me dijo que estaba sorprendido con el trato que todos le han dado, que estaba muy agradecido. Así nos pasa, nos sorprendemos con las atenciones,  tal vez la normalidad está más cerca de lo hostil que de las buenas costumbres y sobre todo… las buenas intenciones, ¡digo! por algo la gente pierde su sonrisa, ¿no?.
El señor entró a la entrevista, sólo pude escuchar la parte final cuando decía que él era un hombre muy feliz, con una familia hermosa, muy buenos vecinos y grandes amigos, ¡Qué más!
¡Uff! Si nos preguntaran qué más…
Abrí la puerta por última vez; la niña y la señora se levantaron de inmediato, pasaron su brazo sobre sus hombros y se fueron diciendo gracias a destiempo y en diferentes tonos, como si fuera una canción. Esa escena me robó una sonrisa y luego pensé en comprarle unos zapatos plateados a mamá.


Lucía Olivares
@Olivareslucia

miércoles, 24 de julio de 2013

No resistí

Me dijeron que no debía hacerlo, pero no resistí.
Necesitaba sentir calor en la garganta y esa sensación de aprendizaje, de deshojar los más altos árboles, con frutos o sin ellos. Necesitaba que mi estómago viviera un espiral de alegría, que la crema y la canela anhelaran mis mejillas.
Me dijeron “No, Lucía, no puedes hacerlo”, pero lo hice una noche, sin temor, ni agonía; disfruté cada sorbo que luego extrañaría, porque las charlas no son igual sin agua hervida, cuando resignada terminas pidiendo un postre de vainilla.
Las reglas no fueron tan estrictas, era más el miedo que la niña tenía, el miedo, la gente dice que sirve para alertarnos, ¿y qué hice? el antojo superó el foco rojo, el olor se apoderó de mi cabeza. Hoy no quería platicar con nadie; esta noche deseaba manchar las sábanas y no sabía con qué hacerlo, por eso, sólo  por eso, fui por un café.
 
No es rebeldía, doctor, ¡Qué va! Simplemente la pluma se desliza mejor cuando él está. Le prometo, le prometo que hoy no quería escuchar a nadie, sólo deseaba que por un momento el café y yo fuéramos amigos, de nuevo; entrelazar mi mano con la suya y caminar juntos para no perdernos; quería recordar cuando me despertaba apenas daban las seis de la mañana, cuando me cambiaba por la compu, se acomodaba junto a ella y se escondía apenas alguien pronunciara su nombre. Cuando mis amigos decían, “¿Un cafesito?” y me emocionaba como animal enjaulado al ver a su dueño; cuando mis ojos parecían más despiertos; cuando celaba mi taza pisciana que nadie debe tocar, cuando él era la caricia humeante que me daba mi mamá.
Me dijeron que no, pero hoy,  aunque sea por un momento, fuimos amigos, otra vez.
 
Lucía Olivares.
@Olivareslucia