Medias negras bajo un short diminuto del mismo color.
Treinta y cuatro grados a la sombra, ¿Y debajo de ese toldo?.
Ella marca el ritmo con sus caderas, no escucho nada y
tampoco hay bocinas a su alrededor; efecto fallido de alegría, aplaude y
flexiona sus rodillas, primero la derecha, luego la izquierda. Tres hombres en
bicicleta pasan junto a ella, sigue bailando, alcanzan a mandarle besos tronados,
de esos con final asqueante y que rematan
con un “chiquita” acosador; uno de ellos se queda atrás, gira su cabeza noventa
grados, sin dejar de pedalear; la chica cree que se han ido y deja de golpear
sus manos para tomar un descanso. El hombre ahora ha girado completamente su
rostro, no deja de mirarle, ha avanzado más de quince metros.
No, no se cayó; el semáforo se puso en verde y el claxon de una camioneta lo alertó. Todos continuamos derecho y ella, sin música y sin ganas, siguió moviendo las piernas, temiéndole al peatón.
Lucía Olivares
@Olivareslucia
No hay comentarios:
Publicar un comentario