Algunos han dicho… Me gustas cuando callas porque estás como ausente; otros dicen que Los amorosos callan, que el amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Otro poeta mencionó ¡Qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Mientras que Bécquer reta: Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso... yo no sé qué te diera por un beso.
A mi quererte no me ha costado ni un poco, y los finos silencios se vuelto un lujo; me gustas cuando callas, aunque prefiero escucharte, acostumbrada a tu ausencia y extraña lejanía. Por una mirada tuya no he tenido que apostarle a nadie, una sonrisa es fácil para mí sacarte y los besos si quieres podemos dejarlos aparte.
Feliciano no me adora y mucho menos le aborrezco. Gabriela Mistral escribía se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo. ¡Se te va todo, se nos va todo!, pero yo no me pienso ir, por lo menos no ahora. Amo de ti lo mismo que odio, rescato de ti lo que nunca expresas, lo que tus palabras niegan, lo que tus manos guardan y conozco lo que sientes por un par de miradas, esas que no has podido ocultar con nada. Que tu necedad es grande… es cierto, que el orgullo nos separa, las actividades, los sueños no compartidos, las filosofías distintas, los estereotipos, las calles y el invierno, la ciencia y el arte, la confusión y la seguridad. Pero a mi quererte no me ha costado ni un poco y mi estrategia al igual que Benedetti es que un día cualquiera, no sé cómo ni sé con qué pretexto… por fin me necesites.
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