... somos casi todos, casi
iguales. Cascos multicolores, algunos altos, otros bajos, algunos forrados finamente en piel, otros que
además de forro incluyen el relleno; grandes sonrisas, grandes ojos turquesa
que se van obscureciendo, palabras bruscas envueltas de ternura, rostros suaves…
nuevos y otros que suavemente se han diseñado al andar. Algunos hoscos, algunos
dulces, algunos…
Somos tantos… somos casi todos, casi
iguales; fruto si bien del amor, si bien de un momento, un momento exacto que
habría de repetirse para formar un lazo de protección, para formar una telaraña,
para formar una familia. Dos personas
que algún día tal vez ya olvidado se miraron por primera vez y después, ese
amor, esa elección, esa unión, o como tu filosofía decida llamarlo, bordó un
tejido irrompible e infinito. Un tejido en el que ahora eres la hebra más larga
y movible, quizás tu elijas la caída de la falda, quizás le cambies el
color, quizás la textura sea diferente.
La leyenda dice que todo empezó el día en que el hombre y la mujer
sintieron vergüenza, de su situación, de su cuerpo, del sentir. Todos
comenzamos a tejer, algunos basados en el amor, otros en la conveniencia, obligación,
comodidad, lástima, deseo, capricho.
Un pedacito de ti, con un pedacito…
¿De quién?
Lucía Olivares.