domingo, 29 de abril de 2012

Somos tantos


... somos casi todos, casi iguales. Cascos multicolores, algunos altos, otros bajos,  algunos forrados finamente en piel, otros que además de forro incluyen el relleno; grandes sonrisas, grandes ojos turquesa que se van obscureciendo, palabras bruscas envueltas de ternura, rostros suaves… nuevos y otros que suavemente se han diseñado al andar. Algunos hoscos, algunos dulces, algunos…

Somos tantos… somos casi todos, casi iguales; fruto si bien del amor, si bien de un momento, un momento exacto que habría de repetirse para formar un lazo de protección, para formar una telaraña, para formar una familia.  Dos personas que algún día tal vez ya olvidado se miraron por primera vez y después, ese amor, esa elección, esa unión, o como tu filosofía decida llamarlo, bordó un tejido irrompible e infinito. Un tejido en el que ahora eres la hebra más larga y movible, quizás tu elijas la caída de la falda, quizás le cambies el color,  quizás la textura sea diferente.

 La leyenda dice que  todo empezó el día en que el hombre y la mujer sintieron vergüenza, de su situación, de su cuerpo, del sentir. Todos comenzamos a tejer, algunos basados en el amor, otros en la conveniencia, obligación, comodidad, lástima, deseo, capricho.

Un pedacito de ti, con un pedacito… ¿De quién?

                                                                                                                            Lucía Olivares.

sábado, 14 de abril de 2012

...Ni un poco

Lucía Olivares

            Algunos han dichoMe gustas cuando callas porque estás como ausente; otros dicen que Los amorosos callan, que el amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Otro poeta mencionó ¡Qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Mientras que Bécquer reta: Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso... yo no sé qué te diera por un beso.

           A mi quererte no me ha costado ni un poco, y los finos silencios se vuelto un lujo; me gustas cuando callas, aunque prefiero escucharte, acostumbrada a tu ausencia y extraña lejanía. Por una mirada tuya no he tenido que apostarle a nadie, una sonrisa es fácil para mí sacarte y los besos si quieres podemos dejarlos aparte.

           Feliciano no me adora y mucho menos le aborrezco. Gabriela Mistral escribía se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo. ¡Se te va todo, se nos va todo!, pero yo no me pienso ir, por lo menos no ahora. Amo de ti lo mismo que odio, rescato de ti lo que nunca expresas, lo que tus palabras niegan, lo que tus manos guardan y conozco lo que sientes por un par de miradas, esas que no has podido ocultar con nada. Que tu necedad es grande… es cierto, que el orgullo nos separa, las actividades, los sueños no compartidos, las filosofías distintas, los estereotipos, las calles y el invierno, la ciencia y el arte, la confusión y la seguridad. Pero a mi quererte no me ha costado ni un poco y mi estrategia al igual que Benedetti es que un día cualquiera, no sé cómo ni sé con qué pretexto… por fin me necesites.