Lucía Olivares.
Encerrada en la libertad, atrapada por el viento, sedienta por los lagos, ahogada entre los árboles, deseando un vacío innecesario, extrañando lo que no conozco y deseando lo que no imagino.
Camuflaje natural, sentimiento abismal y amarga dulzura. Observo tu paso sin recato y recojo tu aliento entre los hojas, busco miradas más no recibo nada. Sentirme ajena de lo que formo parte, sentir distante lo que me acaricia, volar siquiera puedo, respirar así, así no apetezco.
Y ver mis manos llenas de magia para aquel que crea en ellas, ver mis alas siempre dispuestas por si alguien las necesita, luego sentir que mi cabello forma parte del viento, que lo respiras y sientes en tu cuerpo pero no volteas a verme, no sabes que soy yo, que esa luz que a veces te guía son destellos que surgen de mi corazón.
Querer esconderme… así era el pasado, ahora me expongo frente a una libertad que ha cambiado, en un mundo ciego, donde se es una pieza y yo no formo parte de ellas. Ahora observo desde lejos y mis lágrimas caen en tu rostro y así como los humanos lo simplifican todo crees que es agua, sin conocer la complejidad que ese líquido recoge y lo que una de ellas cuesta… al menos para mí.
Camino pensando que algún día te atreverás a sentir, que algún día te detendrás, respirarás profundamente y observarás, no importa que, tampoco importa cuando, sólo deseo que ese momento exista.
Junto al lago, con mis manos tocándolo y el agua que no moja, agua que se ha vuelto dura, pero que me gusta sentir. Detrás de mí, un hermoso árbol que me abraza para sentir calor y por el que puedo mirar sin sentirme expuesta y ese viento que acojo y al exhalar libera luz, una amalgama de colores brota de mi cuerpo y creo amor para quien pueda verlo.
Libertad que me ha vuelto esclava del mundo, libertad que ahora sólo me deja mirar.
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