Iba por la calle caminando sin pensar, lo veo y me recuerda a mi hermano años atrás, no me explico su mirada y la cara ya manchada, no encuentro sus zapatos y su padre… ¿A dónde fue?
El viento cambia de color, los árboles ya no dicen adiós y la música se saturó. Sangre, el piso ensangrentado, armas blancas, fuego y temor, ¿El Sol? ¿Se cayó? ¿Lo tumbaste tú? ¿Lo tumbé yo?. Aquel niño temeroso no deja de temblar, sus manos se hacen fuertes mientras las lágrimas deja brotar; pasaste sin detenerte, tenías miedo tú también, el auto no frenaste, pues no hay tiempo que perder. Todos buscan un refugio y escondiéndose del mundo gritan y piden piedad y salvación; el niño conserva su lugar y prepara los oídos que con las manos ha de tapar. Inquieta y consternada me conservo de pie y la música se presenta, no es un coro celestial, se hace fuerte y estalla como un meteorito en el mar; vista nublada, calor corporal, movimientos fallidos, gritos sordos, corazón sin función.
Iba por la calle caminando sin pensar, sin pensar que esa mañana mi corazón dejaría de funcionar.
Lucía Olivares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario