domingo, 19 de junio de 2022

La vida era una, la tenía

 

La vida era una, la tenía. Pensaba en la permanencia como símbolo de felicidad… o certeza; “más vale lo que sea por conocido, que bueno por conocer”. Al más ligero cambio me asustaba, yo tenía un lugar y estaba segura ahí, solo tenía que seguir siendo eso que ya era. Muy pocas cosas cambiaron las primeras dos décadas, luego, aunque doloroso y revelador, yo seguía cobijada, encontrando un paraguas ante la lluvia, un sombrero para el sol, un impulso para brincar los charcos más largos y yo seguía siendo yo. Una vida que, como muchas, ya estaba destinada a ser de principio a fin… con muy poco de autoría.

Tuve y perdí. Creo que vivimos con ese miedo a perder lo que “nos hace ser”, el cuerpo, su tono, su figura; nuestro rol en una familia, en una oficina, en la sociedad; una condición física, espiritual, económica; y es aquí donde me pregunto qué de eso soy yo, si no ha dependido de mi, si no hay meritocracia en ello. Llegamos con un cuerpo lleno de características dadas, a una familia que nos abre una silla para ocupar un lugar en el que ya estaban sentadas muchas expectativas, a una religión, a un entorno socioeconómico y todo ello queremos preservarlo para “seguir siendo”, cuando en realidad allí no somos nada, porque así es imposible descubrirse.

Solo perdiendo encuentras, porque tienes que ir a buscar, y cuando pierdes algo, ¿qué es lo primero que hacemos? Ir a los sitios en los que has estado, seguir tus huellas, sentarte donde estuviste, levantar los pies, ver hacia abajo y a veces resulta que solo estás en pequeñas partecitas y descubres que ahora tú tienes que darte forma; que si llueve y te mojas no será para siempre, que el sol cala y deja estragos en tu piel… tienes que cuidarte tú sola, que tienes la fuerza suficiente para saltar el charco por más grande que sea y que, además, es muy divertido.

La vida era una, la tenía y la perdí.

Me he descubierto en el recorrido por los lugares que ocupé y me encontré más hábil, más fuerte, más valiente, más creativa, más risueña, más entregada, más firme, más segura, más divertida.

Y si esa que era yo siendo yo me encontrara ahora, estoy segura que me vería como algo muy lejano y extraño para ella, una mujer fuera de su molde. Y yo solo le recomendaría seguir viviendo con los ojos y corazón bien abiertos para descubrirse en ese cuento en el que despertamos.

Que si muero mil veces, mil uno voy a buscarme.

 


Lucía Olivares

@Olivareslucia





1 comentario:

  1. Mientras más pasa el tiempo, más nos damos cuenta que aquello que parecía tan importante no lo era tanto y aquello que dábamos por sentado, ese abrazo de papá esas risas con aquel amigo eran en realidad oro puro. Que bonito escrito. Saludos

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