Se ha hablado hasta el cansancio
del papel de la mujer en la sociedad, los cambios en los roles, la evolución de
nuestra participación, la violencia de género, la brecha salarial, lo agotador
que es ser mamá trabajadora, abusos sexuales, feminicidios, legalización del
aborto, las expectativas sociales, exigencias físicas y esa búsqueda incansable
por encontrar tu forma de ser mujer en un mundo dominado por hombres durante años.
Debido al periodo electoral que
vivimos en Coahuila, se ha puesto sobre la mesa el papel de los comunicadores
laguneros, no de los seis periodistas asesinados en lo que va del 2017, ni de
la huelga digital que realizaron varios medios nacionales para exigir justicia
y seguridad al gremio. No. Se habla de los comunicadores que, a decir de un
grupo social, (podrán o no estar en lo cierto) se venden, venden el oficio y
convierten sus espacios en centros de halago y publicidad.
Un par de semanas atrás me topé
con una entrevista a la periodista Rosa María Calaf, ¡interesantísima! Ella
hablaba de que la ciudadanía cree que está informada cuando en realidad solo
está entretenida, ¡eso es peligroso! y no nos damos cuenta, porque ahora
tenemos la creencia de que lo que cualquier usuario comparte en redes o en
cadenas de Whatsapp es, y muchas veces no, no es.
Calaf también mencionaba que la
información es cada vez menos rigurosa; en los medios puedes notar que la forma
de comunicar se ha modificado porque la sociedad te pide condensar, la
tecnología nos está haciendo flojos, no queremos y ya no sabemos esforzarnos
más.
Además de estos conceptos, la
periodista española habló de la labor periodística, del papel que jugamos
quienes trabajamos en un medio de comunicación “El periodista no puede ser más
importante que lo que cuenta porque entonces hacemos del periodismo un
espectáculo” el trabajo del comunicador es comunicar, el protagonista de
cualquier espacio televisivo, radiofónico, impreso, debe ser el hecho, los
datos, los testimonios, la información y no sé en qué momento esto cambió. Actualmente
puede ser más importante qué ropa usarás para pararte frente a una cámara que
lo que vas a decir, ¿y saben qué? también como consumidores nos percatamos más de esos detalles que de la propia
información.
“Ahora vuelve una sexualización
de la mujer, sobre todo en los medios visuales, donde se prioriza la apariencia
física y la edad... ¿Qué importa la belleza en una periodista? Estamos hablando
de información. En el entretenimiento puede ser relativamente diferente, pero
en la información no se está valorando si lo hace bien, sino que se suma la
valoración del patrón físico”, decía Rosa María Calaf, y es que si eres bonita,
lo que tienes se lo debes a tu belleza aunque te quemes las pestañas estudiando,
porque vemos más y profundizamos poco.
Hacerse camino en esta profesión
no es fácil, sin importar el medio en que te encuentres, se compite todo el
tiempo, porque sí: todos quieren llegar, y siempre llegarán personas más
jóvenes y con nuevas ideas, eso es una alerta amarilla para los trabajadores
todo el tiempo, porque es difícil mantenerte en el nivel que esperas. En este
gremio se mueven egos y envidias, todos los tenemos aunque digamos que no.
Se cree que para pertenecer a un
medio debes tener una cara hermosa o una voz privilegiada; yo jamás sospeché
que estaría frente a un micrófono, fue algo que busqué sin saber lo quería,
pero que he aprendido a querer muchísimo, porque creo en lo que hago. Es
difícil llegar muy joven, sentirte chiquita e inexperta, duelen los
golpes al ego cuando practicamente toda la ciudad nota tus garrafales errores, se
sufren los latigazos que se da uno mismo
cuando no sabes todo lo que deberías saber, y es que desde la universidad te
dicen que un comunicólogo “debe saber un poquito de todo”, lastima despedirte
de los espacios que se convierten en tu casa, cuesta hacer las cosas diferente,
es frustrante que el hombre te haga creer que es intelectualmente
superior. Ah y no es bonito saber cuántas cosas horribles ocurren en el mundo. Recuerdo
que mucho antes de dedicarme a esto creía que los noticieros llegaban a un punto
donde se hacían inmunes a los terrores de la calle, pero desde donde estoy
parada noto que la piel se eriza cada vez más, la sed de justicia se hace
mayor, el coraje es inevitable, y a veces, aunque quisieras no hablar, hay que
gritar.
Los comunicadores (o los
periodistas) deberíamos tener claro que nuestro trabajo es informar y que
nuestra vida privada no tendría por qué tener un lugar en la jerarquización. Como
dijo Antonio González – Karg de Juámbelz, director de El Siglo de Torreón, en
entrevista con Marcela Pámanes en Entre Laguneros: “el medio no puede ser
noticia, el medio es el canal, el vaso comunicante entre los hechos y los
receptores”.
Hay una frase de Elena
Poniatowska que me encanta “me volví periodista aunque estaba condenada a ser
una niña con una casa bonita, un marido bonito, unos hijos bonitos, una mesa
bonita” porque me identifico y, al menos en mi caso, creo que a esta profesión,
por sobre todas las cosas, se le debe tener mucha fe y mucho amor.
Como mujeres en los medios nos queda la responsabilidad de respetar y dignificar el género
Como mujeres en los medios nos queda la responsabilidad de respetar y dignificar el género
Lucia Olivares
@Olivares