De nuevo la distancia, que en esta ocasión es corta comparada con los ayeres… aun así, mi mano no te alcanza, pero te siento y me sientes como siempre, y tu pasado se une a mi presente, tu corazón a mi cabeza y tu figura a mi mirada. Esta vez olvidas tu ego, los prejuicios, los miedos… y corres bajo el frío que nos abraza, mismo frío que tu acelerado cuerpo calienta, y entre ramas, arbustos y obscuridad sin camino andas para de cerca mirarme, pero alzando tu cabeza; esa expresión que conozco y se ha convertido en un misterio, con el viento entre nosotros y tus ojos en los míos.
La distancia nos separa de nuevo, estás en medio, entre tu historia y mi historia, entre lo conocido y lo incierto; pero no me veas así, tampoco intentes esconderte, sólo aléjate como lo haces siempre, corre, corre, sigue corriendo y voltea de repente, yo sigo mirando desde la ventana, mientras te quedas entre el recuerdo y mi alma.
Tus ojos tristes brillan más que la estrella al centro, más que el camino a la izquierda, más que el foco en mi cabeza, más que el coche que se acerca.
Y así, a lo lejos… nos miramos.