Lucía Olivares.
La vida ha sido demasiado justa conmigo, derrochó sobre mí sin merecer, ahora me siento más que desnuda y aun así mi desnudez me enorgullece. La vida me está enseñando a ser valiente, requisitosa, analítica y paciente… tan paciente que he cambiado las horas por calendarios, los días por meses y los meses por años.
La vida me citó un día y me dijo que de todos los regalos que guardaba en el cielo me dio a mí el más grande y hermoso, que no podía hacer nada más por mí ahora; entonces, me enseñó a esforzarme por conseguir lo que anhelo, me enseñó a trabajar, me enseñó a luchar, a ser dueña que cada puñado de tierra que consigo. La vida es tan noble, que de repente rompe su promesa y me manda regalitos envueltos de sorpresas.
La vida me ha ensañado principalmente tres cosas: a amar, a luchar y a ser agradecida, por eso algún día tendré yo que poner en el cielo un regalo igual de grande y hermoso… para lograrlo primero debo comprender cada una de mis lecciones aunque me esté costando tanto … por el momento entiendo que las reglas y trabajos sirven para dignificar la vida del ser humano, pero son los sentimientos y las emociones (que a veces disfrazo de palabras), las que dan sentido a la existencia.
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