jueves, 9 de junio de 2011

¿Soy feliz?

         Me lo he cuestionado tantas veces y me es tan difícil dar una respuesta tajante: Sí o no, simple, sin justificaciones. La pregunta me forza a recordar a mis padres, su cariño, su presencia, sus cuidados; luego a sentirme, sentirme única y con la capacidad de hacer con mi mundo lo que decida, respirar libertad, ser libre de pensar, sentir y decir lo que se me venga en gana. Los sueños guían mi vida, los anhelos pronto alcanzados, las palabras tatuadas y los amores pronunciados… me hace feliz su búsqueda, me hace feliz la lucha y espero me haga feliz su cumplimiento. Se dice que lo que te hace feliz también te hace desdichado, que sólo aquello que te hace sonreír te hará algún día llorar, que sólo la ruina te lleva a la fortuna , que sólo las caídas te hacen levantar.
         Tal vez sea feliz por la desdicha y la fortuna, que triste sería mi vida al sentirla completa, que triste despertar por la mañana sin tener una encomienda, que triste llegar a la noche sin un examen de conciencia.
Podría decir que soy feliz, que me hace feliz el supuesto camino a la misma felicidad.

Lucía Olivares.

lunes, 6 de junio de 2011

Definir inteligencia

Definir inteligencia… palabra que siempre se describe como una capacidad, una capacidad de entender, aunque en realidad las capacidades todos las tenemos, ¿Por qué entonces la humanidad clasifica a un pequeño número de personas como inteligentes? ¿Por qué entonces inteligente es aquel que sabe más?, ¿Aquel que me hace sentir pequeño tan sólo con su mirada?, ¿Aquel que siendo igual que yo puede hacer que miles de personas actúen guiados por sus palabras? He llegado a la conclusión de que esas definiciones no se acercan ni un poco a lo que es la inteligencia; ser inteligente es un reto mucho mayor que resolver una enorme ecuación, que leer millones de libros, que hablar muchísimos idiomas. Las personas que se conocen por ser inteligentes tuvieron primero que confiar en ellas mismas, tuvieron que quitarse todos sus miedos, tuvieron que aceptar su individualidad, tuvieron que aceptar la incomprensión y amar al ser que vive dentro de ellos y que conocieron en ese hermoso lugar llamado soledad.

A lo largo de mi vida, me he dado cuenta de que no se necesita inventar un software, descubrir una formula química, ni crear una máquina del tiempo para ser inteligente. Inteligente es aquel que vive su vida y la vive para ser feliz, es aquel que se atreve a sentir un sinfín de emociones, es aquel que no se queda con las ganas de nada, es aquel que ama pero se cuida, es aquel que siente dolor pero no cree necesario el sufrimiento, es aquel que hace lo que le gusta aunque a los demás les perezca tonto, es aquel que al final del día pueda dormir tranquilo porque dijo lo que sentía, hizo lo que tenía que hacer, lloró si se sentía triste, gritó si se encontraba enojado y no paró de reír si estaba muy feliz; es aquel que disfrutó ese silencio del que todos huían, es aquel que encontró maravilloso el cielo y que no se molestó por prender la televisión; es aquel que suspiraba profundamente imaginando cosas hermosas cuando lo que veía no le gustaba; inteligente es aquel que tiene la habilidad de crear su propio mundo y no quejarse de que vive en un basurero.

Lucía Olivares.


miércoles, 1 de junio de 2011

El viento cambia de color

Iba por la calle caminando sin pensar, lo veo y me recuerda a mi hermano años atrás, no me explico su mirada y la cara ya manchada, no encuentro sus zapatos y su padre… ¿A dónde fue?
El viento cambia de color, los árboles ya no dicen adiós y  la música se saturó. Sangre, el piso ensangrentado, armas blancas, fuego y temor, ¿El Sol? ¿Se cayó? ¿Lo tumbaste tú? ¿Lo tumbé yo?. Aquel niño temeroso no deja de temblar, sus manos se hacen fuertes mientras las lágrimas deja brotar; pasaste sin detenerte, tenías miedo tú también, el auto no frenaste, pues no hay tiempo que perder. Todos buscan un refugio y escondiéndose del mundo gritan y piden piedad y salvación; el niño conserva su lugar y prepara los oídos que con las manos ha de tapar. Inquieta y consternada me conservo de pie y la música se presenta, no es un coro celestial, se hace fuerte y estalla como un meteorito en el mar; vista nublada, calor corporal, movimientos fallidos, gritos sordos, corazón sin función.
Iba por la calle caminando sin pensar, sin pensar que esa mañana mi corazón dejaría de funcionar.

Lucía Olivares.