lunes, 6 de noviembre de 2023

El arte de solo sentir

Lucía Olivares

En muchos contextos, hablar de sexualidad sigue siendo un tabú, ya que responde a un sinfín de factores como la educación, el contexto social, aspectos biológicos y psicológicos; por eso tan difícil definir la relación que hombres o mujeres tienen con el sexo.

A pesar de que algunos condicionantes sociales han ido cambiando y que ahora resulta más sencillo encontrarse con personas que exploran y viven su sexualidad con mayor soltura; sigue permeando la idea de que los hombres pueden expresar más libremente su deseo. A los varones se les pide un papel más activo y a las mujeres más pasivo o receptivo.

El falocentrismo (la idea de que el pene es el centro del mundo… y por lo tanto del placer) ha limitado la experiencia de la actividad sexual.

La principal creencia es que la relación termina cuando el hombre acaba

Según la sexóloga Arola Poch, esto tiene que ver con la idea de que el objetivo del sexo es la penetración, la reproducción y el placer exclusivo del hombre.

Y es que si miramos hacia atrás podremos identificar que la educación sexual recibida en México marca un inicio y un fin guiado por el falo. El encuentro sexual empieza con una erección y finaliza con la eyaculación. Esto, sin lugar a dudas, ha abreviado la expresión de la sexualidad, incluso de las posibilidades y terminaciones del cuerpo humano.

En muchos entornos, el sexo se comunica como algo sucio y las vibraciones del cuerpo como un botón que debe ser bloqueado o no reconocido… por eso, ante el deseo, solemos responder con miedo y culpa.


¿Qué pasa con el orgasmo?, ¿Alguna vez has fingido uno?

Es interesante cuestionarnos por qué fingir resulta tan común en las mujeres. La psicóloga y sexóloga Poch afirma que hay dos grandes motivos: Se finge un orgasmo para acabar lo antes posible con algo que no está siendo satisfactorio o para hacerle sentir a tu pareja que lo estás disfrutando.

Fingir un orgasmo no es recomendable en absoluto. Habla de nula comunicación y confianza con tu pareja.

De tanto fingir puede ser que ni siquiera sepas si realmente has tenido uno; y es complicado definir esa expresión máxima de placer porque es una experiencia completamente distinta para cada persona. Aunque si revisamos cuestiones técnicas, la sexóloga menciona que puede durar 15 segundos y se consigue habitualmente por estimulación del clítoris que produce contracciones en la zona vaginal.

George Bataille en su ensayo sobre ‘El erotismo’ denominó al orgasmo como la petíte mort, refiriéndose al abandono de la concien- cia durante algunos segundos de extremo placer.


Según Audrey Andrews, experta en relaciones, el cuerpo femenino es capaz de experimentar doce orgasmos di- ferentes. Estos son los cinco principales:

1. Al dormir: En el sueño la mente vive y explora libremente las fantasías sexuales sin pensamientos negativos.

2. Clitoriano: El clítoris cuenta 8,000 terminaciones nerviosas y está diseñado para dar placer a las mujeres.

3. Punto G: el punto G es el área pequeña y rica en nervios sobre la pared vaginal frontal.

4. Anal: Las paredes anales tienen terminaciones nerviosas y se encuentran entre las zonas erógenas más sensibles del cuerpo.

5. Pezoneros: Los pechos y pezones iluminan la misma parte del cerebro que responde a la estimulación genital y del clítoris.


El médico Wilhelm Reich, así como muchos teóricos de la sexualidad, comparten que, a mediados del siglo XX, el orgasmo o la actividad de descarga se convirtió en la meta, dejando de lado todos los canales que el cuerpo activa para el disfrute y delimitando la actividad a un principio y un fin.

Pensar que la responsabilidad del placer y el orgasmo es de tu pareja, y no tuya, genera una tensión inmensa principalmente en los varones, además de la desinformación que permea como el coitocentrismo que en las mujere reduce la exploración del cuerpo y sus zonas erógenas. En los hombres ocurre algo curioso: si todo el poder está en su pene, ¡imagínense! Eso conlleva una gran responsabilidad y, por lo tanto, muchas presiones como su tamaño y desempeño, que por lo general se refiere a “cuánto dura”. Por años, los hombres han aprendido que el “éxito” de todo encuentro sexual recae en esos dos factores cuando, en realidad, el ingrediente secreto es el gozo y dejar todos los prejuicios fuera. Es importante recordar que el verdadero centro del deseo y el placer es el cerebro; la autocrítica, sobreexigencia, comparaciones y presiones no te permitirán sentir y escuchar a tu cuerpo.

Por último, la sexóloga Arola Poch recomienda conocerse a sí mismo para alcanzar el orgasmo y que estando en pareja es básico comunicarse y ser generoso para que ambos puedan disfrutar.




martes, 1 de agosto de 2023

Morir en el presente

 

    Quisiera dejar de pensar en el instante siguiente, bañarme de incertidumbre a conciencia, dejar ir la idea de que todo tiempo pasado fue mejor o que el futuro vendrá a acomodar las piezas fallidas. Basta.

Creemos vivir contruyendo a futuro mientras morimos en el presente; deseábamos ser adultos para gozar de las libertades que ahora nos reprimimos. Por momentos, casi siempre, siento que la gente avanzó muy rápido y yo quedó atrás como una “simple” observadora; lo entrecomillo porque observar es el mejor recusos para el entendimiento y la no repetición.

No siempre he sido espectadora, también he caminado y he visto salir corriendo a muchos frente a mi. Hoy es esto, mañana puede ser completamente distinto.

No propongo que nos valga la vida, propongo dejar de presumir el presente como triunfo o condena.

En teorìa todo es más fácil. Se nos enseña tanto esperando poner en práctica como si la vida estuviera diseñada para todos exactamente igual. Sabiduría es la que adquieres tomando el control de tu vida en momentos inesperados. Fortaleza y flexibilidad para resistir y avanzar por los recovecos que encuentres.

Podría decir: Dichosos aquellos quienes han vivido lo que siempre creyeron, quienes no han tenido cambios en el guión, aunque – no lo sé – nada te quita la sorpresa y el orgullo de vivir una vida que jamás imaginaste y sentir que, al menos, en el presente, estás haciendo lo mejor posible al tiempo que descubres qué es lo que tienes que hacer.