domingo, 7 de febrero de 2021

El amor, el desamor y el enamoramiento, me enseñaron quien soy

 

Lucía Olivares

Quiero contarles, yo misma, cómo decidí amarme.

Resulta que desde antes de Cristo a la gente se le enseñó a vivir, incluso a sentir, a negar, a desconectarse de su cuerpo, a imitar, a seguir un guión, a describirse respecto a lo que otros vociferan de ti; y en medio de esa vorágine estaba yo, haciendo y viviendo como la sociedad dictaba para ser aceptaba, respetaba, amada, por fortuna nunca lo logré. La honestidad ha sido mi bandera, pretender me resulta incómodo; entonces construí una vida en solitario soñando con ser lo que soy ahora, visualizándome libre, creativa, compartiendo con personas que admiro, viviendo del arte, del pensamiento y la reflexión, provocando, acompañando, escuchando.

Por mi vida han pasado muchas personas, tres maestros en el amor de pareja. Con el primero aprendí que hay que vivir lo suficiente antes de elegir fusionarte, que hay que reconocer tu individualidad. Pasó mucho tiempo y presionada por lo que la gente dice, luego de decidir soportar el maltrato de un hombre durante mucho tiempo a lo lejos, llegué con quien pareciera mi antítesis, sin embargo nos acompañamos muchos años; con él aprendí lo que quiero, lo que me resulta importante en la vida, lo poco trascendente del dinero, el valor de una conversación profunda, la lealtad hacia ti mismo, la belleza de mirar hacia adentro. Después apareció en mi camino un viejo amigo que en su momento ya me había enseñado a disfrutar los momentos por breves que sean, a confiar y querer sin razones; su regreso posiblemente tuvo la misma función: confiar y quererme sin razón, ni condición, cerrar la boca para lo malo, vaciarla para hacer el bien, aceptar lo que siento, a ser valiente, a demostrarme quien soy.

El enamoramiento es algo que te pasa, ocurre de repente, muchas veces en el peor de tus momentos porque es ahí cuando necesitas a otro que te guíe y te demuestre las cicatrices que has de sanar. Cada relación tiene una maravillosa función si es que decides verla. El amor es justo eso, observar y abrazar aquello que se es, reconocer y abrazar lo que sientes sin juzgarlo, sin reprocharlo. Ese cliché que tantos repetimos y pocos hemos tenido la fortuna  de vivirlo “no se puede amar lo que no se conoce” es total y absolutamente cierto, vamos por la vida pretendiendo, camuflajeándonos, siento títeres, vaciándonos en otros, renunciando a lo que no sabes que eres. La vida siempre te empuja a hacer lo que en el momento toca. A mí, me ha dado el regalo de descubrirme, de conocerme, no de enamorarme, si no de amarme con todo lo que me hace distinta y lejana de muchos, pero genuina y cercana para mí.

Agradezco este momento porque, aunque la enseñanza ha sido dura e intensa, ahora me reconozco, además de fuerte, llena de amor y orgullosa de lo que tengo para entregar.