Había momentos en que quería
tomar mis cosas y salir corriendo. Tomar mis cosas… ¡olvídalo!, habría dejado
todo lo que fuera una carga; los objetos con los que pretendías demostrarme tu
cariño, y se iban apilando en un rincón de mi recámara que me asfixiaba entre tanta soledad.
Si no me aventé por la ventana
fue por miedo a hacerme daño… y mira. La permanencia selló todas puertas, todas
las salidas de luz y me quedé atrapada mientras tú ibas y venías, mientras el
espejo hablaba como tú. A veces gritaba, a veces tenía miedo de pasar frente a
él, pero si no, no me veía. Creía que mi
lucha estaba en ese espejo, en que me encontraras perfecta como al inicio, “que
el corazón me vieses deseaba”; pero lloraba, cada vez que me veía, cada vez que
te veía, lloraba y tú no lo notabas. Lo real siempre fue invisible para ti, y ya
no sé si lo mismo me ocurrió a mi.
Si te ibas a ir, ¿por qué tardaste
tanto?. No sé si me alcance el tiempo para tirar todo esto y respirar de nuevo,
no sé siquiera si esta casa existía o si sigo soñando. Una casa grande, la
mansión que añoras, dime que no es esta porque apesta, dime que no es esta y
que si te alejas te irás con ella, porque prefiero el Sol y la lluvia, porque
aunque hace días que llueve, porque aunque hace días que tengo la tormenta
instalada en la cabeza, puedo ver. Y puedo
ver gracias a ti porque me abriste la puerta; y entiendo así que sí me querías aunque sea un poquito,
o tal vez querías tu casa para vivir con alguien más, para vivir contigo y dormir con alguien más.
Es enorme, es muy bonita,
pero no sé qué pasa que uno deja de respirar.
Por fortuna a mi no me
sorprendían tus regalos, el espacio entre las cosas eran salidas de emergencia,
y tu ausencia se hizo adicción, mi cabeza y mis labios repetían tu nombre. Y te
necesitaba, y no quería que te fueras, y
estaba dispuesta a vivir en esa casa sin puertas ni ventanas, aunque no
estuvieras tú, aunque no te inquietaran mis lágrimas, aunque no escucharas mi
corazón, aunque no me detuviste cuando sabías que me estaba haciendo daño.
Yo sí tengo la capacidad de
sentirte y todas las noches me iba a la
cama pensando si mañana sí o si mañana no; pensando también en todo lo malo que
veías en mi y como yo, sorprendentemente, dejé de ver lo malo en ti.
¿Sabía que te irías? Yo creo que
todas sabemos cuando nos van a romper el corazón, no importa lo que hagas, si se van a ir se van a ir, y aplazar el momento es lo peor que podemos
hacer.
¿Que si llueve? Todavía llueve
mucho
¿Que si me gusta mojarme? Lo odio
¿Que si extraño la casa? No me
gusta mojarme
¿Que qué voy a hacer? Construir la
mía con las cosas que yo misma me regale
¿Que si estaré sola? Estaré conmigo
hasta que en mi casa haya espacio para dos
Ya sé lo que estás pensando, tu
casa es más grande y más lujosa, tu casa tiene techos altos y muchos quisieran
estar ahí. Ya sé lo que estás pensando, tu casa es más bonita, pero no se puede
vivir ahí.
Cuando termine la mía te va a sorprender.
Me encontrarás en la ventana con el Sol acariciándome la cara.
Lucía Olivares
@Olivareslucia