miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un capricho

... porque te quiero y no te tengo, porque sé que te tengo y no quiero aceptarlo. Uno de mis tantos caprichos dulces y fuertes, pero no lo consigo en la cocina, ni en la pastelería, no lleva una de azúcar y un poco de crema, no lo puedo pedir con chocolate extra y tampoco planeo terminar con él en unos minutos.
He llegado a pensar que eres mucho más que un deseo, porque eres misterio, música, voz sorda y sin compromiso, eres como una cuerda atada a la orilla que jamás usarás, eres la visión perdida entre la niebla, eres el gallardo más temeroso y yo la que quisiera ser temeraria, la que quisiera quererte de Abril a Mayo, de Mayo a Junio y terminar en dos, sufriendo lo tuyo, viviendo contigo, reírnos de pronto y sonreír mientras me miras.
Si fueses tú un capricho permíteme advertirte… que no existe un chocolate por más amargo que sea que no se haya derretido en mi boca, que ni el frío ni un resfriado me han alejado de la nieve de mango, que el café me acompaña todas las mañanas y si no me gusta lo que escucho... canto.
Afortunadamente me quiero más a mí que a tí, tu ventaja sería que transitas entre el corazón y el estómago, cuando el coraje quiere hablar el cariño maquilla las palabras, cuando el amor quiere manifestarse el ombligo me reprime. Ojalá algún día el orgullo se evapore, no para calmar un capricho, sino para evitar tu tristeza.
Lucía Olivares.